
Formación de hombres libres y de buenas costumbres.
Se entiende por modelo pedagógico una forma que adopta el Gimnasio para seleccionar, organizar, construir y evaluar la forma de alcanzar y desarrollar el conocimiento en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se entiende, además, que construir conocimiento es una forma particular de generar impacto en la cultura, en el medio ambiente, en la ciencia, en la tecnología y, en general, en el pensamiento transformador e innovador. El Gimnasio acoge una perspectiva diferente a la de la escuela clásica individualista, descontextualizada, que fragmenta el conocimiento y lo separa del mundo y de las vivencias. Propone, en cambio, un aprendizaje contextualizado, cargado de experiencias, con la participación activa y entusiasta de los estudiantes y la conexión de estos en la comunidad en donde interactúan.
Así, los procesos de enseñanza y aprendizaje en el Gimnasio tienen como objetivo ayudar al desarrollo de las capacidades, competencias y cualidades humanas que requiere un ciudadano contemporáneo. Para ello, es fundamental que los estudiantes comprendan el mundo en el que se encuentran desde una postura crítica y, teniendo en cuenta sus potencialidades, contribuyan no solo a su progreso, sino al mejoramiento de su entorno y, por ende, de la sociedad.
Estas ideas que cobijan el proyecto educativo se fundamentan en el modelo autoestructurante y reconoce los principios del constructivismo, la Escuela Activa, y el interaccionismo. Estos principios enmarcan una manera de concebir el acto educativo y sirven de brújula en el momento de pensar cómo se potencia el desarrollo de los estudiantes, cómo se aprende, cómo se enseña y cuáles son las metodologías y didácticas más apropiadas para la formación de los ciudadanos del siglo XXI.
Cada una de estas perspectivas aporta referentes conceptuales que proporcionan un marco general del enfoque que desarrolla el Gimnasio. Desde esta mirada, se entiende al estudiante como un “constructor” activo de sus estructuras de conocimiento, sin negar la actividad del maestro y el contexto social y cultural como mediadores que hacen posible el avance y el desarrollo del estudiante.
El rol del maestro ya no es el de “transmisor de información” en el sentido tradicional de la enseñanza. Es, sobre todo, un generador de posibilidades que estimula la curiosidad y ayuda a los alumnos a desarrollar sus capacidades. Pues se reconoce que aprender significa, sobre todo, adentrarse en un mundo de incertidumbres, en territorios desconocidos, donde el aprendiz indaga, experimenta, se equivoca. El error no significa fracaso, sino una oportunidad para seguir aprendiendo. Desde esta perspectiva, la labor del maestro es la de mantener viva la llama de la pregunta, estimulando e inspirando a sus estudiantes. Esto entendemos por Constructivismo.
Por su parte, la Escuela Activa, dentro de sus principios orientadores, sostiene que, a partir de la experiencia propia e individual, se logran los aprendizajes. Por eso concibe a un estudiante propositivo, que lee su entorno, se pregunta, identifica situaciones problemáticas. El estudiante deja de ser un receptor pasivo para ser reconocido como un sujeto social, protagonista del aprendizaje.
Finalmente, el interaccionismo reconoce la importancia que tienen en el aprendizaje y en el desarrollo las interacciones de los sujetos, pues precisamente en el intercambio de ideas, en el reconocimiento de puntos de vista divergentes, en el apoyo de pares, se negocian significados. Una consecuencia principal de esta concepción es la transformación de las relaciones que se dan dentro del aula de clase, pues se trata de posibilitar múltiples interacciones y hacer visible que en la riqueza de los intercambios con los otros ocurre el desarrollo.
Consecuencias de los postulados conceptuales en la práctica pedagógica
Entendemos que estas relaciones del aprendizaje, desde una concepción que conjuga el constructivismo, la Escuela Activa y el interaccionismo, se opone a la idea de aprendizaje como recepción pasiva y como tarea solitaria y descontextualizada. Precisamente, el Gimnasio enfoca la atención en la construcción de experiencias significativas que involucren activamente a los estudiantes teniendo en cuenta sus saberes previos, sus intereses, sus necesidades y capacidades.
Dentro de este contexto se señalan tres principios básicos. En primer lugar, se entiende la complejidad del aprendizaje en términos de desarrollo de subjetividades, potencialidades y talentos. En segundo lugar, se concibe la enseñanza como la organización y creación de condiciones, dispositivos e intervenciones que favorecen el desarrollo y la construcción de conocimiento por parte de los alumnos, además del aumento de la confianza en sí mismos como aprendices, la perseverancia y el entusiasmo por aprender individual y colectivamente. En tercer lugar, reconoce que los procesos de enseñanza y aprendizaje se dan dentro de un sistema didáctico enmarcado en un ambiente participativo que vincula los contextos institucionales, sociales y políticos.
Desde estos principios, se promueve en las prácticas pedagógicas un enfoque educativo centrado en el estudiante, que rescate los principios de la Escuela Activa, que supere los ámbitos disciplinares de las áreas del conocimiento, orientado al aprender a aprender, que conciba la lectura y la escritura como prácticas sociales, fundamentales para interpretar, criticar y transformar el mundo, que además reconozca y reivindique la importancia del conocimiento matemático y científico para comprender el mundo, que supere el estar centrado en la enseñanza para promover el desarrollo de los estudiantes y sus aprendizajes. Una educación que tenga en cuenta la evaluación formativa, en donde se haga énfasis en los desarrollos alcanzados y que propicie diferentes didácticas, articuladas con el uso del conocimiento en la resolución de problemas.
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